2.12.11

Casa Calabuig, un viaje al siglo XIX en la Avenida del Puerto

Hoy nos situaremos en la avenida del Puerto, en el número 336. Esta avenida es la más larga de nuestra ciudad y fue concebida, tal y como la conocemos hoy, en el año 1802, con el nombre de Camino del Grao, uniendo al tráfico la ciudad y el puerto de Valencia. Allí, y desde 1903, podemos visitar Casa Calabuig, restaurante que en su origen era frecuentado por estibadores y marineros del puerto, y que actualmente ha pasado a ser uno de los restaurantes del Grao con más solera e historia.
Situada en los bajos de un edificio modernista, que hoy ha quedado totalmente exento, la fachada de Casa Calabuig permanece inalterable y bien conservada, manteniendo su estructura original con su carpintería de madera, que nos permite asomarnos a través de sus cristaleras a la frenética actividad de la zona portuaria.
Una vez accedemos al local, nos encontramos con un interior perfectamente conservado, que nos transporta a principios del siglo XX. En el pavimento encontraremos un gres cerámico fruto de alguna rehabilitación posterior. Las paredes están revestidas con una zocalada de madera oscura, compuesta por paneles moldurados que van configurando su estructura, y el resto de la superficie pintado en rojo caldera. Insertadas entre los paneles, también encontraremos algunas vitrinas, donde se ubican, como si de una colección se tratara, botellas de licor, y, junto a ellas, un reloj que nos marca las horas en un local donde parece haberse detenido el tiempo.
La barra está resuelta en madera y granito. Detrás de ella, unos arcos de madera, para albergar el servicio, y revestidos con espejo, proporcionando más profundidad al local. El mobiliario está formado por mesas y bancos distribuidos en batería, con estructura de madera y tapizados estos últimos en piel negra junto con los taburetes altos de hierro negro quedan servicio a la barra. Al lado de la misma, un pequeño quiosco que funciona como estanco y administración de lotería.
En los techos podemos ver los artesonados originales de escayola propios de la época, pintados en dos colores para resaltar las molduras, escocias y rosetones que lo forman. La iluminación está compuesta por varias bolas de cristal que cuelgan del techo y algunos apliques de pared ubicados en la zona de las mesas, que aportan cierta calidez. En Casa Calabuig volvemos a encontrar otro de los locales de nuestra ciudad que siguen manteniendo su identidad, al margen de modas y tendencias, y que son testigos impasibles del paso del tiempo. (Artículo de Fernando Ortuño para La Cartelera de Levante-EMV).

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